Defender los derechos de las personas migrantes y refugiadas nunca ha sido tan urgente.

En todo el mundo, estamos siendo testigos de una alarmante escalada en los ataques contra estas poblaciones en situación de vulnerabilidad. Esta creciente crisis es particularmente evidente en las recientes acciones del gobierno de Estados Unidos, que ha tomado medidas cada vez más agresivas contra las personas migrantes y refugiadas.

Entre los acontecimientos más inquietantes se encuentra la expansión de la detención migratoria, incluido el uso de Guantánamo para detener a personas migrantes, un enfoque que no solo es inhumano, sino también costoso e injusto, lo que aumenta el riesgo de daños y abusos en un lugar aislado.

El desmantelamiento de USAID, los recortes en el gasto federal, la retirada de fondos de los organismos de las Naciones Unidas y la reciente orden ejecutiva que suspende la ayuda exterior de Estados Unidos también son golpes devastadores, que cortan recursos vitales que apoyan a personas que necesitan protección urgente.

Las consecuencias de las acciones de la administración Trump ya son graves y de gran alcance: no se entregan medicamentos, los alimentos se quedan atascados en las fronteras y los campos de personas refugiadas se quedan sin atención médica. Los programas que protegen los derechos y el bienestar de las comunidades de personas migrantes y refugiadas se ven gravemente afectados.

Una charla sobre el plan de estudios del IDC a personas de la comunidad de El Refugio en Chiapas, México

Para IDC, esto significa que hemos tenido que reducir drásticamente nuestro programa en la región de Américas. Este trabajo implica proteger a la niñez migrante y refugiada en México, donde hemos estado apoyando al gobierno y trabajando estratégicamente con las autoridades públicas para mejorar las protecciones y los derechos sociales y legales de las niñas y niños migrantes y sus familias. Ahora, ese apoyo se ha retirado abruptamente, dejando a la niñez en situación vulnerable enfrentando un futuro aún más incierto y su seguridad en riesgo potencial.

Nuestro programa en la región es solo uno de los muchos afectados por estos recortes. IDC continuará su trabajo más amplio para poner fin a la detención migratoria de todas las personas y mejorar los derechos de las personas migrantes en todas partes, pero en todo el mundo, las organizaciones se ven obligadas a reducir su tamaño o cerrar sus puertas por completo.

El impacto no puede subestimarse. Estos recortes provocarán un daño profundo, aumentando la vulnerabilidad de las personas migrantes y refugiadas a medida que desaparezcan los programas diseñados para proteger sus derechos y promover su participación en las decisiones que afectan sus vidas.

Esto ocurre en un momento en el que estamos presenciando nuevos mínimos en el tratamiento de las personas refugiadas y migrantes. La retórica de la administración de los Estados Unidos es profundamente preocupante; aún más alarmantes son sus políticas de migración emergentes, tanto a escala nacional como regional.

Además del aumento de las detenciones migratorias, también estamos viendo la expansión de las políticas de control migratorio de EE. UU. que son fundamentales en las negociaciones políticas con los países de la región. Se están exigiendo facilidades para los objetivos de detención y deportación de Estados Unidos a cambio de apoyo económico o indulgencia con México y sus vecinos centroamericanos. También hemos visto el despliegue de la Guardia Nacional de México en la frontera de Estados Unidos y la oferta de recibir migrantes en las cárceles salvadoreñas.

La detención migratoria es una política fallida que ignora la lógica, las pruebas y los derechos humanos en favor de un dogma ideológico. Mientras tanto, se detiene a personas y se las prepara para su deportación en masa, se les niega la representación legal y el acceso a la justicia, se rescinden las ofertas de reasentamiento y las niñas y niños se enfrentan a la aterradora perspectiva de ser separados de sus familias. Este es un momento extraordinariamente oscuro para los derechos humanos y la humanidad en su conjunto.

A pesar de estos desafíos, IDC mantiene firme su compromiso de poner fin a la detención migratoria y defender los derechos de las personas migrantes y refugiadas. IDC se enfrenta a una reducción de su actividad y equipo en la región de las Américas, y aún así continuaremos con la incidencia en México, Centroamérica, Estados Unidos y otros países. Nos negamos a dejarnos disuadir: ahora más que nunca, estamos firmemente al lado de las comunidades a las que servimos.

Con la fuerza de nuestra membresía en 75 países, la dedicación de nuestros financiadores, la experiencia de nuestros socios de la sociedad civil y el inestimable apoyo de simpatizantes individuales en todo el mundo, continuaremos nuestra misión de garantizar un futuro en el que ningún ser humano sea sometido a detención migratoria. Son tiempos oscuros, pero nos mantenemos firmes en la creencia de que los derechos humanos no tienen fronteras.

Una visita al refugio infantil Tin Otoch de México